Una ECV consta de cuatro etapas: Definición de los objetivos y el alcance, análisis del inventario, evaluación del impacto e interpretación.
En la fase de definición de objetivos y alcance de aplicación, se responden preguntas como «¿Cómo debemos utilizar los resultados del ECV?», «¿Qué requisitos debe cumplir la evaluación?» y «¿Cuántos y qué productos deben formar parte de la evaluación del ciclo de vida?». Ésta es también la etapa en la que determinamos cuál debe ser la unidad funcional (la unidad y el grado de funcionalidad que hay que analizar).
En la fase de análisis del inventario, se recopilan todos los datos necesarios. Esto incluye información como cantidades y especificaciones de materiales, demandas de energía e información sobre envases. A continuación, la información recopilada se modela utilizando bases de datos y software de ECV.
La fase de evaluación de impacto del ciclo de vida (EICV) es la etapa en la que se calculan los resultados.
Por último, los resultados se analizan en la fase de interpretación. Es entonces cuando determinamos qué material o qué paso de la producción creó el mayor impacto medioambiental. Se utiliza un análisis de sensibilidad para probar la robustez del ECV y sus supuestos.