El elemento más importante de la agricultura es el agua. Mientras que un mal suelo puede subsanarse con sistemas como la hidroponía y un invernadero puede mitigar el mal clima; con excepción de las plantas epífitas, como las orquídeas, el agua es irremplazable.
En el Perú siempre hemos tenido limitaciones de agua, sobre todo en la costa, donde no llueve. Recién a finales del siglo pasado desarrollamos grandes proyectos de irrigación con agua de las cuencas andinas, así como pozos de gran profundidad para obtener agua del subsuelo, tecnologías que se utilizan en la actualidad.
Sin embargo, la ingeniería cuesta, tanto desarrollarla como mantenerla. Por eso, el riego es uno de los principales costos de una operación agrícola debido al consumo de energía que genera el bombeo de agua y al uso de fertilizantes adicionales.
Para lograr un uso de agua eficiente, los parámetros hídricos son un conjunto de herramientas eficaces, que puede reducir hasta en un 15% los costos de riego, que incluye energía y fertilizantes, y al mismo tiempo ayudar a que la operación sea amigable con el medio ambiente.
Cuando no hay ningún parámetro de riego, este - independientemente de que se realice por inundación o por riego tecnificado (por goteo o aspersión) - puede ser excesivo o insuficiente, resultando más costoso o corriendo el riesgo de perjudicar cultivos sensibles a la ausencia de agua, respectivamente.
¿Qué determinan los parámetros hídricos?
Para determinar los parámetros hídricos se debe seleccionar una zona del terreno que sea representativa, de manera general podríamos decir el 20%. A partir de allí se analizan las características hídricas del suelo. Para ello una herramienta que puede optimizar el trabajo son los mapas de suelos, que permiten tener una mirada global del terreno y en este caso específicamente del tipo de textura (arena, limo y arcilla) y del tamaño de partícula, ambos estrechamente relacionados con la capacidad de retención de agua e infiltración.
Hay tres aspectos que analizan los parámetros hídricos. El primero corresponde a las curvas características de retención de humedad, que consiste en verificar la cantidad de agua disponible.
En ese sentido, en SGS utilizamos el método de la Olla de Richards, que consiste en colocar presión constante a muestras de agua previamente saturadas para medir la capacidad de retención a distintas atmósferas (saturación, capacidad de campo, punto de marchitez).
Contamos con una de las dos ollas de Richards que hay en el Perú. Y ayudamos a implementar la segunda en una universidad nacional. Además, hemos exportado este método a cuatro continentes, pues lo hemos implementado en las sucursales de SGS en Turquía, Portugal, España, Marruecos, Colombia y Sudáfrica.
El segundo aspecto permite conocer cuál es la velocidad de infiltración, es decir, la velocidad con la que una lámina de agua ingresa al suelo. Para ello se utiliza un infiltrómetro.
En ambos casos la textura del suelo influye. Por ejemplo, la arcilla tiene una gran capacidad de retención, pero poca agua disponible. En tanto, la arena tiene poca capacidad de retención, pero mucha agua disponible.
El tamaño de las partículas de arena es determinante para establecer la cantidad de agua que se necesita. Por esta razón, el tercer aspecto se centra en analizar el tamaño de estas partículas. Existen cinco: muy gruesa, gruesa, media, fina y muy fina. Mientras más gruesa sea, más rápido infiltra el agua.
¿Por qué son importantes?
Los parámetros hídricos son importantes porque permiten determinar la cantidad exacta de agua que se necesita para regar un terreno. Si a un terreno se le hecha más agua de lo necesario, se gasta más en energía y en nutrientes.
Por el contrario, si se le echa menos agua al suelo, dependerá de que el cultivo lo soporte. Hay cultivos como el espárrago o la granada que lo logran. Pero hay otros que reaccionan mal a la ausencia de agua como los cítricos, las uvas y los arándanos.
Hoy en día las plantaciones agrícolas utilizan sistemas de riego tecnificado, los cuales puede ser microaspersión, aspersión o goteo. El riego por goteo, por ejemplo, tiene una eficiencia que en condiciones óptimas llega hasta el 90% en comparación con el riego convencional por inundación (acequia), que bordea el 40%. Pero para que estos altos niveles de aprovechamiento puedan ser logrados, el conocimiento de los parámetros hídricos y su correcta aplicación es clave en el diseño de los sistemas.
Finalmente, un uso eficiente del agua nos permite contar con una operación más sostenible con el medio ambiente, que es un aspecto que ninguna operación debe dejar de considerar en la actualidad.
Por Jorge Bazo Cannock, Global Business Development Manager en SGS
Whatsapp para solicitudes de servicio únicamente
Av. Elmer Faucett 3348,
07036,
Callao, Perú